jueves 20 de junio de 2024 - Edición Nº1464

Locales | 9 jun 2024

EDITORIAL

El ocaso de Gramajo y la ironía del poder

Promesas huecas y errores groseros desploman sus aspiraciones políticas, revelando un panorama de equivocaciones y desesperación.


 

En la danza de la política sanjuanina, pocos personajes han experimentado una caída tan estrepitosa y teatral como la de Fabián Gramajo. En su apogeo, Gramajo intentó reconfigurar su imagen con el eslogan "San Juan te quiero", pero rápidamente se hizo evidente que no era más que una fachada sin contenido real. Como dijo una vez Oscar Wilde: "El único deber que tenemos con la historia es reescribirla". Lamentablemente para Gramajo, su intento de reescribir su propia historia terminó siendo una tragicomedia.

Fabián Gramajo comenzó realizando chocolate para los chicos de la Villa Centenario, ascendiendo de militante a concejal, luego a intendente, y casi a vicegobernador. Sin embargo, su trayectoria descendente puede atribuirse a su avaricia o falta de tacto político. En la jerga, esto se llama "almorzarse la cena". Su estrategia de traer intendentes de diferentes localidades, con intereses contrapuestos, resulta un tanto inexplicable. ¿Qué pretendía lograr con esta reunión? Parecía más un chef improvisando un guiso con ingredientes incompatibles que un líder con una visión clara. Quizás, como diría Groucho Marx, estaba disparando primero y apuntando después, sin darse cuenta de que, en política, la precisión lo es todo.

Gramajo, a pesar de sus intentos, no logró traer a Chimbas los cambios que prometió. Rodeado de un entorno político desfavorable y sin aliados de peso, su campaña se asemejaba más a una quijotesca lucha contra molinos de viento que a una carrera política seria. La ausencia de cuadros políticos fuertes dejó a Gramajo navegando solo en un mar tempestuoso, mientras intentaba enfrentarse a los veteranos Gioja y Uñac, dos figuras desgastadas, sin auge actual. En su desesperación, se aferró a Emilio Baistrochi, pensando que sería su salvavidas, pero resultó ser un ancla que lo arrastró más profundamente en la irrelevancia.

Para añadir sal a la herida, Gramajo no logró colocar a sus partidarios en la Juventud Peronista, un espacio vital para cualquier político con aspiraciones de futuro. Sin jóvenes que lo apoyen, su movimiento carece de la energía renovadora necesaria para cualquier transformación real. Encima, la pérdida de la Fiesta del Sol no solo le privó de una plataforma importante, sino también de oportunidades de negocio para sus allegados. Con un presupuesto ajustado en Chimbas, las perspectivas de realizar eventos y proyectos que atraigan la atención popular se desvanecen, dejando a Gramajo en un rincón oscuro y solitario.

Los estrategas del Orregismo no perdieron tiempo en identificar a Chimbas como el terreno clave para consolidar su poder. Con un análisis astuto, comprendieron que dominar esta región populosa les aseguraría una ventaja decisiva. Así, Gramajo se encuentra ahora debilitado, enfrentando no solo su propio desgaste político, sino también la embestida de un adversario organizado y decidido.

Y mientras Gramajo se tambalea, su esposa, Daniela Rodríguez, toma las riendas de la intendencia de Chimbas. La esperanza de que el cambio de liderazgo familiar trajera estabilidad y progreso se desvaneció rápidamente. En lugar de soluciones, los problemas se agravan, mostrando que el liderazgo no es una cualidad que se hereda, sino que se gana con esfuerzo y visión. Como diría Mark Twain: "El hombre que no lee buenos libros no tiene ninguna ventaja sobre el hombre que no sabe leer". En política, el que no aprende de los errores del pasado está destinado a repetirlos, y los Gramajo-Rodríguez parecen haber pasado por alto esta lección fundamental.

Ahora, con Daniela Rodríguez al mando de la intendencia de Chimbas, las esperanzas de revitalización se diluyen en un mar de errores continuos y falta de liderazgo. Mientras tanto, el Orreguismo, con su mirada estratégica, ha identificado las grandes urbes como Chimbas y Rawson como los puntos cruciales para colonizar políticamente. La canción ha sonado fuerte en Chimbas, pero Rawson no está muy lejos en la partitura de análisis políticos futuros.

El verdadero desafío para los sanjuaninos será discernir cómo estas piezas se mueven en el tablero político. El Orreguismo no solo apunta a ganar territorios, sino a hacerlo con calidad, servicio y una propuesta política sólida. Esto contrasta con la superficialidad de proyectos basados en pocas ideas y la compra de recursos. Como bien señalaba Antoine de Saint-Exupéry, "Lo esencial es invisible a los ojos". La auténtica colonización de estas áreas requiere una visión clara y un compromiso genuino con el pueblo, más allá de las apariencias y los intereses inmediatos.

En este contexto, el futuro editorial debería enfocarse también en Rawson, para que los sanjuaninos puedan comprender cómo se está configurando el mapa político. La verdadera conquista se dará con propuestas políticas robustas y no con improvisaciones ni promesas vacías. La historia de Gramajo sirve como una lección sobre los peligros de la ambición sin dirección y la necesidad de un liderazgo que combine visión, precisión y un compromiso auténtico con el bienestar de la comunidad.

Cerrando este ciclo de ironías y desventuras, recordemos las palabras de Jorge Luis Borges: "La política es una de las formas del tedio". Para Gramajo, ha sido una montaña rusa que prometía emociones y terminó en la monotonía del fracaso. Su historia es un recordatorio de que, en la política, como en la vida, los errores se pagan caros, y la desesperación solo agrava los problemas. En San Juan, el ocaso de Gramajo es un espectáculo que pocos olvidarán, y cuya lección es clara: un líder se define por sus acciones y decisiones, no por sus promesas vacías.

 

Por: Dr. César Jofré

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