lunes 17 de noviembre de 2025 - Edición Nº1979

Locales | 16 nov 2025

EDITORIAL

Perdiendo peso político

La elección del fiscal general y el eco final del poder que se desvanece.


 

La Legislatura provincial habría dado esta semana una señal política difícil de ignorar. Con 25 votos afirmativos sobre 36, el Dr. Guillermo Baigorri fue elegido fiscal general de la Corte de Justicia de San Juan, consolidando un respaldo transversal que, según se comenta en los pasillos, marcó un antes y un después en el mapa de poder local. En contraste, el exgobernador Sergio Uñac habría quedado expuesto en su pérdida continua de influencia: no solo porque su presunto pedido de votar “a cualquiera menos a los que propuso Orrego” no habría sido escuchado, sino porque incluso sus diputados más cercanos habrían optado por acompañar la propuesta que el oficialismo consideraba más sólida para el cargo.

 

El cargo de fiscal general es vital en cualquier provincia. No se trata únicamente de conducir la acción penal pública, sino de articular el funcionamiento judicial con el Poder Ejecutivo, las fuerzas de seguridad y funciones electorales, entre otras. En San Juan, donde el orden y la coordinación institucional son pilares de la gobernabilidad, se necesita una figura con solvencia técnica, carácter y diálogo permanente con la Policía. Baigorri, por trayectoria y reconocida capacidad jurídica, aparece como una opción que permitiría sostener esa estabilidad, algo que el gobernador Marcelo Orrego valora especialmente para garantizar bienestar y previsibilidad a los sanjuaninos.

 

Mientras tanto, en el peronismo local la figura de Uñac estaría experimentando una caída cada vez más pronunciada. Después de que Cristian Andino —un dirigente con impronta propia, ajeno al riñón uñaquista— ganara las elecciones legislativas, la incomodidad dentro del viejo peronismo habría sido evidente. Viejos referentes como José Luis Gioja y el propio Uñac habrían mostrado frialdad ante ese triunfo, interpretado por muchos como una señal del final de una etapa. El contraste entre ese debilitamiento y el crecimiento del espacio orreguista se hizo aún más visible con la elección del fiscal general.

 

Se comenta que, ante esta nueva evidencia de debilitamiento, Uñac habría intentado recuperar visibilidad recurriendo a medios nacionales como el programa de Gustavo Silvestre en C5N, con entrevistas que habrían buscado reposicionarlo ante la opinión pública. Sin embargo, más que recuperar protagonismo, esas apariciones habrían mostrado una necesidad urgente de no desaparecer del radar político, en un contexto donde —cada día más— parecería quedarle menos estructura, menos base y menos respaldo real. Como decía Ringo Bonavena, “cuando subís al ring te sacan el banquito y quedás solito”. Y la política, como el boxeo, suele ser implacable con quienes ya no tienen esquina.

 

En medio de ese panorama, el liderazgo de Marcelo Orrego se consolida como el de un estratega que gobierna dialogando con oficialistas y opositores, construyendo consensos donde otros ven conflictos y priorizando la estabilidad institucional por encima de los intereses partidarios. La votación del fiscal general fue una muestra de esa muñeca política: logró reunir voluntades diversas para apoyar a quien, objetivamente, ofrece garantías de profesionalismo, serenidad y eficacia para un cargo clave.

 

Mientras el peronismo provincial parece desintegrarse en discusiones internas y nostalgias de un pasado reciente, Orrego ordena, planifica y ejecuta. Su capacidad para articular decisiones de alto impacto institucional explica por qué gran parte de la sociedad lo percibe hoy como el conductor que San Juan necesita para seguir creciendo. Y también por qué, del otro lado, algunos líderes del ayer ya no encuentran el banquito donde sentarse.

 

Por: Dr. César Jofré 

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