lunes 15 de septiembre de 2025 - Edición Nº1916

Locales | 14 sep 2025

EDITORIAL

Orrego y su propia impronta

Un liderazgo que combina firmeza, sensibilidad social y un plan de gobierno que representa un quiebre con el pasado peronista de la provincia, basado en el dialogo, la producción y la integración de todos los sanjuaninos como fuerza impulsora.


 

En San Juan soplan vientos nuevos. La llegada del primer mandatario provincial significó, para muchos, un verdadero “borrón y cuenta nueva” tras años de administraciones que dejaron heridas abiertas en educación, salud y obra pública. Lejos de la estridencia y la confrontación, el gobernador Marcelo Orrego asumió con una premisa sencilla pero contundente: el pueblo le prestó la confianza por cuatro años y su deber es honrarla con trabajo, eficiencia y respeto.

La comparación con la escena nacional surge casi de inmediato. Su estilo político es diametralmente opuesto al de los liderazgos que se apoyan en la confrontación: sensibilidad social, diálogo constante y una comprensión cabal de que la gestión pública no se trata de imposiciones, sino de acuerdos. Mientras en la Casa Rosada se ensayan discursos de ruptura, en San Juan se reconstruye sobre bases sólidas. “Mientras menos hables, menos posibilidades de equivocarte; lo contrario a lo que hacen los políticos”, reza un viejo aforismo que el propio gobernador parece haber hecho propio.

Uno de sus primeros gestos de autonomía fue el rechazo al veto que recortaba el financiamiento universitario. A ese compromiso con la educación se suma una decisión que ya se siente en cada aula: Marcelo Orrego, el gobernador de San Juan, fue el impulsor y logró concretar el boleto único para los alumnos de toda la provincia, una herramienta que garantiza que miles de estudiantes y docentes puedan trasladarse a sus establecimientos sin que el costo del transporte sea una barrera. Esta ayuda diaria, vital para quienes con enorme esfuerzo buscan educarse y educar, se transformó en un símbolo de su política de inclusión. La educación, ninguneada durante la gestión anterior, volvió así a ocupar un lugar central. Del mismo modo, el sistema de salud, que arrastraba carencias notorias, recibe inversiones y mejoras que se traducen en hospitales más equipados y personal mejor remunerado. No hay grandilocuencia en los anuncios, sino resultados palpables. Como escribió Albert Camus, “la verdadera generosidad para con el futuro consiste en darlo todo en el presente”.

El reordenamiento de las fuerzas de seguridad también marca un cambio de época. Sin prisa pero sin pausa, se revisan procedimientos, se capacita y se exige profesionalismo. Aquí sobresale un rasgo que lo define: Marcelo Orrego es una persona profundamente humilde y, sobre todo, no es soberbio. Sabe escuchar, percibir hacia dónde sopla el viento y actuar en consecuencia sin perder firmeza ni identidad. No hay espacio para amiguismos ni compromisos que frenen la eficacia. Cuando algo no funciona, se corrige, aun cuando la decisión incomode a algunos. “La política es el arte de lo posible”, recordaba Otto von Bismarck, pero en este San Juan la premisa parece ser que lo posible se expande cuando hay organización y una visión clara.

La obra pública, tantas veces paralizada por vaivenes nacionales, no se detuvo. Viviendas del IPV, espacios comunitarios, infraestructura hídrica para productores: cada proyecto avanza pese a los recortes de Nación. El deporte, que muchos creían relegado, fue ordenado con la misma lógica: terminar con los gastos desmedidos y priorizar a los clubes y atletas, no a las empresas amigas. “La eficiencia es la base de la libertad”, escribió Ortega y Gasset; aquí se la entiende como una obligación moral.

Su identidad política, el “X San Juan” de color naranja, no es una marca excluyente sino un punto de encuentro. En tiempos de grietas y liderazgos fragmentados, el gobernador construye un espacio donde caben todos los sanjuaninos, sin importar el color partidario. A diferencia de otros frentes, que arrastran “collares de melones” en sus listas, Orrego exhibe un equipo visible y cercano: Fabián Martín, Laura Palma y otros referentes caminan los barrios y dialogan cara a cara con los vecinos. La política, parece decir, se hace en la calle y no detrás de un escritorio.

La comparación con el pasado inmediato es inevitable. El peronismo local, cómodo en el poder durante décadas, dejó una provincia que perdió competitividad, con sectores productivos descuidados y un Estado que se mofaba de no atender a la educación y la salud. Hoy, la apuesta es distinta: reactivar la producción, apoyar a los docentes, fortalecer a los trabajadores de la salud y dar señales claras de que la eficiencia se premia y la ineficiencia se deja atrás.

En toda gestión de gobierno siempre el mandatario ve el proyecto pero no ve segundas intenciones. Es lógico que un gobernador, cuando arranca una gestión, deba apoyar a su presidente como un intendente apoya a su gobernador, aun siendo de otro color político. Luego, los acontecimientos marcan cuál es el camino a seguir: si se apoya con condiciones, si se respalda todo o si directamente se deja de apoyar. Marcelo Orrego es el gobernador que apoya con condiciones. ¿Cuáles son esas condiciones? Que las cosas se hagan bien. Cuando las políticas van por mal camino, un gobernador con su sensibilidad no acompaña decisiones que impliquen el desmedro de los derechos adquiridos de los sanjuaninos. Si algo caracteriza a Orrego es que no es obsecuente: es un mandatario consecuente con políticas de Estado que estén a favor de la gente. Por eso no avaló, por ejemplo, el veto al presupuesto universitario. Las gestiones nuevas arrancan con la perspectiva de un cambio: los cambios pueden ser buenos o malos, y cuando no lo son, Orrego no acompaña. Al principio, por ser todo nuevo, respaldó una gestión que recién arrancaba; pero cuando las acciones no resultan óptimas, el apoyo pierde firmeza. Primero se observan las propuestas, después las acciones. Si esas acciones no son las que deben ser, el respaldo no se sostiene. No todo es eterno y muchas políticas nacionales no son las que defiende Marcelo Orrego.

Con casi dos años de gestión, el balance no se mide solo en obras o cifras, sino en clima social. San Juan respira un aire distinto. El gobernador no divide ni discrimina, fomenta la reinserción social y se muestra cada día como un sanjuanino de alma y corazón. “No se trata de prever el futuro, sino de hacerlo posible”, escribió Antoine de Saint-Exupéry, y esa frase encaja con el horizonte que hoy se vislumbra.

Marcelo Orrego encarna una forma de liderazgo que combina convicción y apertura. Sin estridencias, sin promesas vacías, su gobierno demuestra que se puede gobernar con firmeza y sensibilidad. San Juan, al fin, parece haber encontrado un camino de madurez política que mira hacia adelante. Y, como toda obra colectiva, recién comienza.

 

Por: Dr. César Jofré 

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